La transformación de la zona industrial de Polanco (Ciudad de México) en un primer momento generó dos museos Soumaya y Jumex y  el teatro Telcel,  de arquitecturas muy diversas pero de una alta calidad, rodeados de torres de oficinas y dos centros comerciales de diferente tipología, aún cuando dirigidos a una población de alto nivel adquisitivo, Carso con un carácter más convencional y Antara recuperando la calle de tiendas. Llega ahora el sendero creado al concluir la recuperación de   los terrenos públicos de la antigua infraestructura del ferrocarril.

Inaugurado en noviembre de 2017, con el diseño del equipo Gaeta-Springall, seleccionado  en un concurso público, al que se presentaron 400 proyectos, nacido con el objetivo de generar un espacio público dinámico inclusivo y sostenible al servicio de las colonias colindantes Ampliación Granada, Cauthémoc- Pensil, Modelo-Pensil, Dos Lagos y Granada. Su recorrido de 4,5 km., pretende ser un bosque a modo de un cordón verde que recorre la ciudad, siendo ese concepto general, hasta ahora se plasmado en los 1,4 km.,  desarrollados y ejecutados e inaugurados. 

El parque, a día de hoy, tiene tres tramos claramente diferenciados, son tres territorios vinculados a situaciones distintas. El primero acompaña a las oficinas como un espacio urbanizado siguiendo las vías del tren, el segundo recorre una zona de viviendas en las que el color manifiesta su importancia, más espontáneo y popular es el territorio de la apropiación, y por último se presenta el espacio diseñado, desarrolla un concepto de transversalidad superador de la barrera creada por el ferrocarril.

Este último tramo se diseña bajo los criterios de sostenibilidad, se presenta como multiescalar y pretende la integración de los distintos agentes urbanos, al tiempo que socialmente inclusivo y agente de activación social y cultural. Sus autores nos dicen que “este proyecto urbano es una oportunidad para que se construya ciudad, se conforme el espacio público, genere espíritu de comunidad y pueda contribuir al imprescindible sentimiento de apropiación y empoderamiento de los vecinos y usuarios del fragmento de ciudad”.

Los hilos conductores del conjunto son la linealidad de las vías, origen del espacio, el recorrido peatonal asociado y un carril bici. Como cualquier trozo de ciudad en proceso de transformación, es difícil hoy por hoy hablar de regeneración, conviven las áreas de vivienda, periféricas a las instalaciones industriales con las nuevas actuaciones, lo que conlleva una pintoresca diversidad, por una parte, está la voluntad de generar recorridos blandos  integrados con zonas de estancia, jardines,  juegos infantiles y pequeñas zonas deportivas y por otra la diversidad social, aún demasiado visible, aún cuando en apariencia no genera problemas de convivencia. 

El primer tramo nace en los museos y responde a una urbanización sobria y convencional y apuntan lo que va a ocurrir en el último tramo, los edificios dan la espalda al parque con lo que le niegan protagonismo y oportunidad de generar actividad, algo muy importante para la vitalidad y la seguridad del espacio público. A los edificios se accede por la fachada posterior, convirtiendo a este espacio en un espacio de voluntariedad, hay que ir a él expresamente.

El segundo espacio, el que aún no ha sido transformado presenta una imagen más animada, pertenece a los moradores de sus bordes, que lo usan, lo transforman y también lo degradan desde la óptica de lo proyectado, sería interesante preguntar a los vecinos si eso es lo que realmente quieren. En su inicio aparece un barrio fantasma una tipología peculiar de México, una fachada  estrecha, una puerta y un largo pasillo que da acceso a un gran número de viviendas, un espacio escondido e ignorado.

En ese segundo tramo conviven con la urbanización diseñada pequeñas capillas, espacios apropiados, zonas terrizas, derivadas posiblemente de un precario mantenimiento en las que los vecinos acomodan sus macetas, y la gente pasea, corre, usa la bici o se para a charlar o leer tranquilamente,  es la zona de mayor uso del recorrido.

El tercer tramo se desarrolla desde la Avda. Río San Joaquín, discurre entre la cervecería Modelo y la papelera Progreso, es un espacio atractivo con dos elementos repetitivos, la línea roja y las “follies del agua”. La línea roja se desenrolla cosiendo las dos márgenes de la vía, creando puentes que eliminan metafóricamente el efecto frontera y se va desdoblando y convirtiendo en el mobiliario urbano o penetra en los espacios de ocio y estancia incorporándolos al recorrido. Las “follies” son unos depósitos para el agua cuidadosamente diseñados y que van puntuando la actuación cobijando las distintas actividades, los árboles van creando el bosque urbano futuro pero la plantación elegida para cubrir el suelo, no contribuye de momento al objetivo planteado. 

El parque está excesivamente confinado por las tapias altas, lo que le niega carácter urbano y quizás se interpreta como inseguro lo que da lugar, en apariencia, a una escasa frecuentación, esta situación tiene un aspecto favorable y es el conjunto de “grafitti”, algunos de una gran calidad y contenido estético lo que puede contribuir a darle una visibilidad como galería de arte urbana y por tanto ser un atractivo añadido. Un buen comienzo, pero habrá que esperar al desarrollo completo del parque y ver como evoluciona en su aceptación y apropiación por los vecinos y el resto de la ciudad como componentes de éxito.