© Ana Piñeiro

Parece ineludible hablar del calor en verano, pero las sequías recurrentes llevan más a la necesidad archisabida del agua, origen de los asentamientos más antiguos y del establecimiento y crecimiento de las ciudades. Los ríos aún en su vertiente de pequeñas corrientes son elementos comunes en nuestros entornos urbanos, vemos como se domestican canalizándolos y se multiplican los paseos en sus bordes, siendo objeto de diseño e incorporándose al sistema urbano. Si se empezó hablando de infraestructura verde ahora la tendencia es hablar de la infraestructura verde y azul cuando no de su simbiosis.

En el afán estético-paisajístico y de recreo se va olvidando, salvo en nuestro país cuando se habla del preocupante vacío de los embalses, la importancia del sistema hídrico urbano,  abastecimiento, alcantarillado o drenaje desde la mirada occidental, son problemas superados, nuestras ciudades funcionan, el agua potable es de calidad, el saneamiento recoge las aguas sucias y las pluviales, cuando éstas, cada vez más milagrosamente aparecen, el agua se depura y reutiliza en las ciudades más desarrolladas para el riego o el baldeo. Pero tendemos a olvidar que su escasez es un tema endémico y existen lugares donde las enfermedades vinculadas al agua siguen siendo recurrentes o conseguir un poco de agua para beber o cocinar se convierte en una aventura diaria o es pura supervivencia, no solo vital sino de futuro, como el cine más de una vez nos muestra recordemos “El niño que domó el viento”.

Es incluso un problema sin resolver en las megaciudades desarrolladas resultado de crecimientos sin control en el siglo XX, hoy asistimos, a modo de ejemplo, a la proliferación de noticias sobre la Ciudad de México, donde el agua es cada vez un bien más escaso, en una ciudad nacida sobre el agua y en la que los periodos lluviosos son frecuentes, y se habla de la inexistencia de un sistema eficaz de abastecimiento con numerosas perdidas o de su inexistencia en muchos lugares que lleva a recurrir a los pozos y aljibes, se da a la falta de garantía de la potabilidad del agua y la dependencia del  agua embotellada, o hay que hablar de un sistema de saneamiento inexistente o precario en una capital con un alto grado de desarrollo y donde la evaluación económica de los proyectos por necesarios no resulta disparatada y deberían ser objeto de priorización frente a otros. La gestión sostenible del agua frente a la crisis climática se convierte cada vez en un tema acuciante aun en aquellos países más avanzados de nuestro entorno donde asistimos a la amenaza del agua, como se ve en las recientes inundaciones de Francia y Suiza.

Ligado a todo esto vemos proyectos de un alto interés y así hoy presentamos dos de ellos relacionados con el agua, ambos casos hablan de su recuperación, en un caso de su control e integración en el paisaje y en el segundo de la generación de una infraestructura verde-azul de interconexión territorial a la vez que espacio de recreo, ambas ocupan grandes superficies.

“Zuidpolder Barendrecht” en los Países Bajos abre este número, se refiere a un pólder, esa infraestructura que históricamente ha permitido la existencia de ciudades por debajo del nivel del mar y su gestión, cada vez más crítica, los convierte en un tema central en la planificación y los proyectos hídricos se transforman en “arquitectura paisajística contemporánea”. Este proyecto supone una solución para la región de Rotterdam, afectada por la intrusión del agua salada del Viejo Mosa, lo que exige almacenar el agua en periodos húmedos, siendo el proyecto parte de la infraestructura verde y azul de la región, aúna el aprovechamiento del agua, la naturaleza y el ocio en una demostración de resiliencia en situaciones adversas. El proyecto atiende a generar un pólder multifuncional, un sistema inteligente en el control de la entrada y salida del agua, con la construcción de un dique que retiene el agua dulce y supone un oasis en una zona urbana con una alta densidad poblacional, un espacio biodiverso, sostenible, bello y de nuevo saludable , un término que cada vez gana más valor, traducido aquí en distintos medios de uso del espacio, al tratamiento del agua se incorporan grandes zonas arboladas creando una alternancia de espacios abiertos y cerrados, al tiempo que se mantienen los prados y la ganadería como valor ambiental e histórico.

Relacionado con la temática anterior se publica ”Envolviendo la marisma”, el proyecto se centra en diseñar un corredor verde de carácter supramunicipal que engloba el espacio protegido de las Marismas del Odiel en Huelva un lugar “con una gran riqueza medioambiental, paisajística, zoológica, arqueológica y patrimonial”, se trata de un itinerario para el que se plantean intervenciones mínimas, en un lugar dinámico en el que el agua entra y sale rítmicamente, y donde la diferencia de altura entre la pleamar y la bajamar puede alcanzar los 3,6m. un fenómeno parecido al que se produce en los pólders pero sin los riesgos de éstos. La intervención actúa en dos vertientes, la recualificación de los bordes urbano-rurales degradados y la accesibilidad intermunicipal no motorizada. En definitiva, dos requerimientos distintos y la creación de dos paisajes en dos latitudes muy distintas pero que, por virtud del agua, adquieren características similares.

En este número contamos con dos proyectos que hacen referencia a la problemática de las explotaciones mineras de piedra a cielo abierto. En situaciones geográficas y culturales muy distintas, China y México. Una se sitúa en un medio natural con una gran superficie y la otra en periferia urbana y dimensiones discretas. El proyecto chino presenta una propuesta sobria y austera de una belleza sensible y en la mexicana una colorista, dinámica y barroca como corresponde al país. En ambos casos se aprovecha la topografía, los materiales y las visuales en un programa de recuperación ecológica, con una vertiente más lúdica en el Parque Cantera en el que se incorporan actividades deportivas para todos, independientemente de edad y condición y en el que la vegetación adquiere un gran protagonismo.

En el planteamiento de la cantera de Tanghan, premio de la Bienal de Paisaje de Barcelona de 2024, la idea es generar también un espacio lúdico, pero desde la aproximación al conocimiento e interpretación del lugar, concienciar a quien lo visita se convierte en el objetivo principal, para que pueda experimentar la naturaleza, en proceso de recuperación, tiene una intención divulgativa y educativa en relación con la regeneración del ecosistema dañado. Las actuaciones en relación con las paredes rocosas son restauración, estabilización y conservación unidas al crecimiento espontáneo de la vegetación. Se introducen actividades como el senderismo para el que una estructura metálica es recorrido y mirador y se va adaptando a las irregularidades del sitio prácticamente sin tocar las paredes, se añaden actividades de juego y la gestión del agua para su renaturalización, reutilizando los fangos del fondo de los cráteres como fertilizante en los prados circundantes con tres estrategias: priorizar la vegetación espontánea, controlar las especies invasoras y fomentar un hábitat biodinámico vernáculo.

Como reflexión final de su experiencia los autores nos ofrecen la idea de que el diseño paisajístico es un “proceso en constante cambio y no una o dos soluciones aplicadas rápidamente. Es necesario comprender y explorar un enfoque de diseño resiliente y flexible con plena conciencia de la complejidad de la naturaleza”.

La planificación tiene su cabida en la definición de un modelo para la isla de La Palma, que cuenta con un importante patrimonio natural reconocido como Reserva de la Biosfera. La reciente legislación canaria permite aunar la planificación territorial, urbanística y al tiempo habilitar proyectos singulares. En este caso se propone un modelo sustantivo que define el tratamiento de la isla y un modelo de gestión, con la clara orientación de implantar el concepto de circularidad, en un territorio muy sensible.

En la línea de los dos primeros proyectos se presenta la red verde y azul de Elche, cuyo palmeral es Patrimonio de la Humanidad, siendo este lugar emblemático el origen de la red planteada, recuperando el valor de un lugar hoy fragmentado y sometido a grandes tensiones al igual que el río Vinalopó que se pretende incorporar en la red. Se presenta ahora un planteamiento metodológico que pretende la puesta en marcha de una red integrada en el conjunto de la ciudad.

Los dos proyectos finales se realizan con un carácter muy diferente el uno abierto hacia la naturaleza y el otro encerrado en el núcleo urbano. El primero en Brunete sometido a una presión residencial excesiva y más dada su condición de sitio histórico, es un proyecto con carácter de límite, valorando las condiciones paisajísticas del borde definiendo el contacto urbano-rural, minimizando el impacto ambiental por integración de los elementos naturales y artificiales presentes, a través de los tres conceptos de tallar, reutilizar y romper que dan contenido al proyecto. El otro proyecto, más contenido, supone la ordenación de una plaza en un pequeño municipio catalán en el lugar en el que confluye el Casco Histórico y el Ensanche con el objetivo de minimizar el tráfico y potencial la conexión entre los vecinos. Se continua así en la línea de presentar pequeñas actuaciones que suponen un cambio sustancial en la vida de los lugares en relación con su tamaño.