2024 está marcado en el calendario como el año en el que París acogerá por tercera ocasión los juegos olímpicos de verano, coincidiendo con el centenario de la última vez que ejerció como sede en 1924 (antes ya había desempeñado este papel en el año 1900). Para esta ocasión los organizadores han apostado por promocionar la capital de Francia como un escaparate para la sostenibilidad, tratando de demostrar que la organización de un evento internacional de las dimensiones manejadas no es incompatible con el compromiso de reducir al máximo su huella de carbono. Para ello, se ha  fijado la liberación de emisiones de dióxido de carbono en un total estimado de 1,58 millones de toneladas. Un valor por debajo de la mitad de la cantidad emitida en Londres 2012 y en Río de Janeiro 2016 (3,4 y 3,6 millones de toneladas de C02 respetivamente). Las emisiones que no puedan reducirse o directamente evitarse, serán compensadas con proyectos respetuosos con el medio ambiente, como la reforestación.

La consecución de los objetivos fijados guarda una estrecha relación con la correcta planificación de aspectos como la movilidad o la cadena de suministro alimentario, pero también con la arquitectura y planificación espacial planteadas. Frente a anteriores sedes olímpicas como Atenas 2004, que fracasaron en su intento de reciclar las instalaciones deportivas o reconvertir su uso tras los juegos, París ha optado por invertir en “acupuntura urbana” con el objetivo de “integrar el deporte en el tejido de la ciudad”. Así, en torno al 95% de las instalaciones empleadas serán existentes o temporales. Importantes recintos con una larga trayectoria en la celebración de eventos deportivos, como Roland Garros, el Accor Arena, el Stade de France, el Vélodrome National o el Golf National, abrirán sus puertas a las delegaciones y a los espectadores. Por su parte, grandes espacios públicos de la ciudad como la Plaza de la Concordia, el Campo de Marte o la explanada de los Inválidos serán escenario para la instalación de construcciones desmontables.

Aquellos recintos nuevos o construidos exprofeso, como el estadio Porte de la Chapelle, se han ejecutado siguiendo estrictos criterios de sostenibilidad medioambiental, como el uso de materiales biológicos o la integración de paredes vegetales. Se ha buscado además la sostenibilidad en un plano social con recintos como  el centro acuático de Saint-Denis o el centro de escalada Le Bourget, diseñados para servir a la comunidad local una vez hayan finalizado las competiciones deportivas.

Un caso paradigmático es el de la villa olímpica, diseñada por el arquitecto galo Dominique Perrault, responsable de otros proyectos de prestigio como la biblioteca nacional de Francia. El conjunto se localiza al norte de París, en el punto de encuentro de las comunas de Saint-Ouen, Saint-Denis y L’île Saint-Denis, y es atravesado por el río Sena, una característica que ninguna residencia de deportistas de estas características había tenido hasta ahora. Los bloques abiertos diseñados por Perrault orientan sus vistas hacia el cauce de agua próximo y aprovechan la luz natural, integrándose en un modelo de ciudad jardín atravesado por senderos, zonas verdes, terrazas y paseos entre viviendas.  Todo el conjunto se ha construido exigiendo materiales, procesos y soluciones medioambientalmente responsables. El uso de madera, el hormigón bajo en carbono y el transporte de los materiales por vía fluvial han contribuido a reducir en un 47% las emisiones de CO2 frente a los métodos convencionales según apunta Marion Le Paul, subdirectora general de Solideo ?organismo público encargado de las infraestructuras olímpicas?. Además, se ha impulsado la activación de huertos urbanos en las cubiertas de los edificios y el uso exclusivo de energías renovables en toda la villa (los sistemas tradicionales de climatización han sido sustituidos por sistemas que utilizan la energía geotérmica).

Con todo, la sostenibilidad de la villa también pretende manifestarse socialmente. Con una extensión aproximada de entre 40 y 50 hectáreas, el conjunto de la villa se inserta en un tejido urbano existente que se ha sometido a una drástica transformación para ofrecer a los atletas olímpicos la posibilidad de experimentar el Gran París, “su riqueza cultural” y “sus cualidades paisajísticas”, según expone el propio Perrault. Un barrio contemporáneo, mixto en sus funciones y capaz de integrar lo local con la experiencia deportiva y el ambiente internacional, concebido para reconvertirse tras los juegos olímpicos en un barrio residencial permanente para los ciudadanos: “una ecociudad con 3.500 viviendas, una residencia de estudiantes, un hotel, 6 hectáreas de espacios verdes, 120.000 m² de actividades, oficinas y servicios con capacidad para 6.000 empleados, y 3.200 m² de comercios de proximidad.”

El otro gran reto de París además de la sostenibilidad es lograr la accesibilidad y la movilidad sostenible. Todas las instalaciones se han asegurado la adaptación a las necesidades de personas con movilidad reducida garantizando que todos los espectadores puedan disfrutar plenamente de la experiencia olímpica. La mayoría de los recintos deportivos ?hasta un 80%? se localizan en un radio de 10 km alrededor de la villa olímpica, permitiendo a gran parte de los deportistas emplear menos de treinta minutos en desplazarse entre esta y las diferentes emplazamientos de la competición.  En relación a los visitantes, la totalidad de las sedes deportivas la Francia continental serán accesibles en transporte público, pero también en bicicleta gracias a la construcción de 60 nuevos kilómetros de carriles (la excepción es la sede para las competiciones de surf que será Tahití, localizada en la Polinesia Francesa).

De todos los proyectos puestos en marcha para los juegos olímpicos de París, el que probablemente tenga mayor alcance urbano es la limpieza en profundidad del río Sena, enmarcada en el Plan Baignade, que afecta al río en toda su longitud (no solo su paso por la ciudad) y que también involucra a otro río parisino, el Marne. Las tareas de saneamiento permitirán acoger las competiciones de aguas abiertas, pero también posibilitarán la asistencia de 400.000 personas a una ceremonia de apertura que esta vez tendrá lugar en el Sena y no en el estadio olímpico, como suele ser habitual. Con todo, la valorización del curso de agua favorecerá a los habitantes de París, principales beneficiarios de esta medida, pero también de otras medidas perennes proyectadas hacia el futuro, como el esfuerzo por promover la movilidad en transporte público, la inversión en la regeneración urbana y la mejora de la conectividad. En palabras de Thomas Bach, Presidente del Comité Olímpico Internacional (COI): "Las expectativas para París son altas, en todos los aspectos". El tiempo juzgará la capacidad de los Juegos Olímpicos de 2024 para haber alumbrado un modelo de ciudad resiliente y sostenible.

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