El nuevo AZCA nace de la mano de la iniciativa privada representada por RENAZCA, un nombre expresivo para el futuro de la zona, se trata de una sociedad que reúne a los empresarios instalados en este centro de negocios madrileño que se verá acompañada por el ayuntamiento de Madrid, una experiencia de partenariado que servirá de laboratorio para verificar que es posible la colaboración entre la iniciativa pública y privada y que puede ser el arranque de operaciones similares, ya experimentadas en otros países con notable éxito. El objetivo previsto al convocar un concurso internacional es la transformación integral de la zona a través de su regeneración urbana, económica y social. Se pretende que AZCA sea un destino en la ciudad de Madrid y un referente a nivel nacional e internacional.

La aparición de AZCA supone un hito en  una operación de largo recorrido: la prolongación de la Castellana. Recogida ya en el Plan de Extensión de Madrid de Zuazo y Jansen de 1929, reaparecía en el Plan General de Madrid de 1946, ofreciendo una imagen ligada al momento político con una fachada de carácter neoherreriano, acabó resolviéndose a través del  concurso ganado por Antonio Perpiñá Sebriá en 1954 y el plan parcial por él desarrollado en 1964.

La nueva área suponía la creación de un centro de negocios moderno, en el proceso de movilización de los sucesivos centros económicos de la ciudad desde el histórico en la Puerta del Sol, a su avance hacia la calle Alcalá y la Gran Vía para irse moviendo en años sucesivos a lo largo de la Castellana, hasta que a finales de los años ochenta se concluye la edificación de AZCA, para posteriormente seguir hacia el Norte con las cuatro torres  y a la espera de la puesta en marcha de la operación Madrid Nuevo Norte.

La zona se definía como un área mixta de residencial y terciario que se proyectó construyéndose perimetralmente, en su fachada Oeste, calle Orense, con vivienda en torres unidas por un basamento comercial, precedido de soportales y el resto con edificios exentos de oficinas, aún cuando conforman la alineación en los bordes. Se trata de los primeros rascacielos de la ciudad con la intervención de arquitectos relevantes como Sainz de Oiza, Alas y Casariego, los Alemany, Oriol o  Yamasaki, con edificios emblemáticos como el Banco de Bilbao, un referente en su momento y completándose con El Corte Inglés y su imparable expansión a lo largo de los años. Es una operación de nueva centralidad que culmina con la creación del intercambiador de Nuevos Ministerios que reúne metro y cercanías con un acceso directo al aeropuerto.

La superficie ordenada, un área rectangular,  tiene en torno a las 20 has. y se diseño con una estricta separación de tráficos resolviendo la circulación y el aparcamiento en el interior de la gran manzana en dos subterráneos superpuestos y un gran espacio central que nació como una plataforma ajardinada, con un buen diseño en distintos niveles, una plaza dura y de dimensión excesiva que nunca tuvo un gran éxito entre los vecinos y empleados de la zona, apareciendo como un espacio vacío muchas horas del día, a lo que se unieron aspectos de inseguridad generados por la actividad de ocio en la zona subterránea próxima a la calle Orense, abandonada después y convertido el lugar en marginal y problemático. Así poco a poco esta zona interior perdió o no tuvo nunca la actividad requerida y ha acabado exigiendo una intervención en profundidad como la que ahora se emprende, demandando ser más conectada, abierta y accesible al tiempo que un lugar de encuentro amable, atractivo y seguro y en definitiva un lugar lleno de vida.

El ganador ha sido el equipo formado por Diller  Scofidio+ Renfro, Gustafson Bowman+ Porter y B720 Fermín Váquez Arquitectos como socio español, siendo los finalistas: OMA. MVRDV, West 8, Heatherwick Studio, todos ellos despachos con una amplia experiencia en transformaciones urbanas y con propuestas más pegadas a la realidad de partida. Los  proyectos han optado por soluciones muy diferentes, alguna recuperando la geometría del lugar, siempre incorporando una imagen verde que plantea un paisaje urbano claramente diferenciado de la edificación, prestando especial atención a las conexiones con el entorno y la visibilización de la zona, siendo el proyecto ganador el más atractivo en la definición de la imagen, con inclusión de elementos singulares  que exigirán un claro esfuerzo constructivo e infraestructural en su resolución.

El proyecto ganador pone su foco en el Verde Central,  plantea elementos tan sugerentes como el espacio de claridad continua  o la sombra que se que va moviendo con el sol, definiendo  una amplia zona verde moldeada, con vegetación autóctona en donde se pretende recuperar el agua, antiguamente presente en los diversos arroyos que recorrían el lugar, al tiempo que se almacena el agua de lluvia para el riego. Habrá una concha acústica para albergar espectáculos en los que se puedan reunir hasta 10.000 personas  y se incorporan  hasta quince “habitaciones urbanas” con diferentes programas como un mercado de productos frescos, un parque infantil, un jardín de esculturas, un invernadero… y una biblioteca y espacio coworking, ambos al aire libre. El espacio será peatonal eliminando barreras arquitectónicas y facilitando el acceso de los servicios de emergencia y seguridad. Todo ello apuntalado por condiciones de sostenibilidad, ineludibles a día de hoy en un proyecto de estas dimensiones y de su importancia para la ciudad.