En el mes de febrero Rem Koolhaas nos sorprendía con una propuesta en el Guggenheim de Nueva York, el mismo marco en el que hace cuarenta años presentaba “Delirious of New York”, un canto al futuro reivindicando las ciudades, “Countryside, The Future”, ahora, lo que no deja de ser una paradoja, traslada su atención al campo, esas zonas olvidadas, abordando cuestiones ambientales, políticas y socio-económicas urgentes.
Hoy los tiempos han cambiado, nuestra supervivencia debe cambiar de enfoque, la ciudad ya no será ese hábitat que conocíamos y en el que nos sentíamos cómodos. El arquitecto ahora nos dice: “la exposición es una mirada a la posibilidad de supervivencia humana” para añadir que su objeto es “agitar las conciencias sobre la vuelta al campo ante los retos del cambio climático”
La exposición se inicia en el exterior con la presencia de un tractor Deutz-Fhar controlado a distancia por una i-pad, el primer toque de atención, iniciación a los procesos de incorporación de la tecnología al campo y uno de los leiv motiv del recorrido que se realiza por las rampas en espiral, que en su día diseño Frank Lloyd Wright y que excluye cualquier referencia al arte o la arquitectura objetos habituales de la función expositiva del edificio.
Countryside, The Future es el resultado de cinco años de trabajo de AMO, la rama de investigación de OMA y ha sido dirigido pro Rem Koolhaas y Samir Bantal. Trabajaron en una serie de casos a nivel mundial, con estudiantes de la Harvard Graduate School of Design, la Academia Central de Bellas Artes de de Beiging, la Universidad Wageningen de los Países Bajos y la Universidad de Nairobi. La tesis central de la exposición es como el desarrollo cotidiano de nuestra vida urbana ha necesitado y necesitará de la organización y automatización del campo a una escala sin precedentes.
Cada nivel del Museo se dedica a un tema diferente y está empapelado por imágenes y grandes textos con acompañamiento sonoro y de audiovisuales, que narran el cambio radical de los territorios no urbanos del mundo, volviendo la mirada hacia esas áreas olvidadas.
La idea surge de la experiencia personal de Koolhaas reflexionando sobre el lugar en el que veranea en Suiza y observa que si bien el pueblo se va vaciando de lugareños no deja de crecer en base a urbanitas que lo van ocupando con sus segundas residencias, a lo que se une una cita ya común de la ONU que nos dice que en 2050 el 70% de la población vivirá en zonas urbanas en solamente el 2% del territorio, lo que obliga a repensar el futuro del 98% restante de la tierra que ha de garantizar la supervivencia de ese mundo urbano con sus recursos y la producción de alimentos.
Se hace otra reflexión importante, el campo ya no discurre lentamente viendo el paso de las estaciones. La incorporación de nuevas tecnologías, la presencia de inversores con la intención de su preservación y los más con la pretensión de su sobreexplotación o incorporación de plantas inexistentes en origen que rompen el equilibrio del ecosistema, han modificado el panorama. Los cambios están siendo extremadamente ágiles y flexibles, como señala Samir Bantal el director de AMO, “el uso de datos, la ingeniería genética, la inteligencia artificial, la innovación económica encuentran su campo de pruebas en las zonas rurales”.
La exposición desarrolla la percepción del campo a través de su evolución histórica en un repaso desde la antigüedad hasta las formas de explotación contemporáneas, hoy es lugar de producción y lugar de ocio. Hace un seguimiento de las transformaciones ambientales, políticas y socio-económicas en áreas no urbanas.
Así presenta proyectos como Atlantropa de Herman Sörgel, conviviendo con los territorios planificados de Stalin o los de Mao o propuestas para rehacer el campo a través de nuevos métodos de producción de alimentos o energía en todo el mundo, desde Chile hasta Japón o desde la Unión soviética hasta Qatar.
Se muestran proyectos antes impensables. Como se han puesto en marcha gigantescas explotaciones ganaderas, como la tecnología permite acceder en streaming a millones de compradores eliminando intermediarios, o las nuevas tecnologías de horticultura biológica hoy en prueba en Holanda donde, se artificializan grandes extensiones territoriales, creando invernaderos como las Westland Greenhouses, un nuevo paisaje de placas de luces fucsias, amarillas y azules, creando una nueva naturaleza en la que “el sol y el agua se emulan, optimizan y automatizan”.
Como nos dice la presentación del Museo “La exposición examina como la concepción moderna del ocio, la planificación a gran escala por parte de las fuerzas políticas, el cambio climático, la migración, los ecosistemas humanos y no humanos, la conservación impulsada por el mercado, la coexistencia artificial y orgánica y otras formas de experimentación radical están alterando los paisajes en todo el mundo”
La exposición estará abierta, en principio hasta agosto de este año y ya está disponible en las librerías el Catálogo editado por Taschen bajo el título: “Countyside. A Report”
FOTOS DE: Laurian Ghinitoiu/AMO
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Edita: |
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ISSN: | 2340-8235 |
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