Matadero de Madrid ofrece una sugerente muestra que inauguró el 13 de febrero: “Doce fábulas urbanas”, el Covid 19 frustró una salida de largo recorrido. Ahora se reinicia con una vida larga en el mundo expositivo, estará abierta hasta el 31 de enero de 2021.

Comisariada por Ethel Baraona Pohl con la colaboración de César Reyes plantea nuevas narrativas sobre la forma que hablamos de la ciudad, a partir de la reflexión de cómo las tecnologías digitales están transformando nuestras vidas y entornos cotidianos y que ha resultado premonitoria en el momento de su presentación.

Doce fábulas urbanas, tiene un subtítulo que aclara las distintas narrativas que expone a partir de doce instalaciones de artistas y arquitectos: “Una exposición sobre la ciudad: No lo que es, sino lo que podría ser”. Así cada autor contempla y desarrolla aspectos parciales de la lectura de la ciudad, desde su propia perspectiva, con un derroche de imaginación, no por ello desvinculada de la realidad que analizan y con una cierta visión lúdica que forma parte del atractivo de lo que se enseña, con un toque revulsivo para obligar a la reflexión a la que inopinadamente nos vemos obligados.

Se proponen doce visiones sobre las que se pide opinión a través de una encuesta al paso, una vez vista la exposición, se plantean dos preguntas: ¿Cuántas querrías que fuesen verdad? ¿Has sentido que podrían ser un avance para la humanidad? Y pide aún más, que la respuesta sea cuidadosamente trabajada.

Y así, en su presentación se nos dice como se ofrecen estas historias, para pedirnos que definamos nuestra ciudad ideal. “Para ello, cada una de estas prácticas nos contará una fábula en forma de instalación artística, creando una serie de narrativas abiertas a múltiples lecturas. Estas nuevas fábulas, como si surgieran de las páginas de un libro, tienen la intención de cuestionar lo que entendemos por “ciudad” y, de esta forma, ayudarnos a reimaginar lo que la ciudad pueda llegar a ser. Como ese espacio donde las relaciones, la naturaleza, los cuerpos y las geografías coexisten”.

Esta exposición toma su inspiración del proyecto “Twelve Custionary Tales For Christmas”, del grupo de arquitectos radicales Superestudio, publicado por primera vez en 1971 en la revista Architectural Design.

Estamos ante una exposición que cada quién tiene que descubrir por sí mismo y sometida a múltiples interpretaciones, devuelve a la búsqueda de las utopías olvidadas. Es una muestra que, desde la interpretación de los problemas, lleva a propuestas en algún caso contradictorias, con una combinatoria de conceptualización y la postura propia del hecho artístico, una fuga de la realidad en un momento en el que los pies en la tierra parecen la única posibilidad de futuro, considerando principios como sostenibilidad, igualdad, solidaridad, tecnologías, problema alimentario, confort o seguridad. Estas fábulas involucran al visitante, exigiendo una respuesta emocional o vital para posicionarse.

Se propone un recorrido en el mismo orden que lo hace la hoja de ruta de la exposición, presentando a continuación los proyectos y sus autores.

“Tiendas de campaña invertidas” del arquitecto Arístide Antonas presenta un protocolo urbano para ocupar espacios vacíos, abandonados o en desuso. Las tiendas son pequeños espacios individuales a modo de dormitorios y se deberán encontrar en el exterior los restantes elementos en espacios comunes dando lugar a una comunidad de convivencia.

“Queering the city: una resonorización” de Katayoun Arian es una intervención sonora, que invita a “prestar atención a los sonidos que nos rodean, así como a las realidades y los significados que crean”.

“El interior: hacia una casa difusa”, en esta instalación MAIO Architects nos piden “investigar como las tecnologías  digitales están transformando nuestras vidas y entornos cotidianos, observando, en particular, el impacto en el uso de los espacios domésticos de sistemas de inteligencia, “la casa es un sistema más amplio donde los límites entre las esferas pública y privada, urbano y doméstica son borrosas, es un espacio transitorio y multiconectado, bajo esta mirada toda la ciudad forma parte del ámbito doméstico, redefiniendo los límites de la casa y convirtiendo lo doméstico en un terreno genérico, difuso y en continua expansión”. Se pregunta cuáles son los límites de la vivienda o el alcance de la Wi-Fi, en este sentido es la instalación que mejor define los días vividos y nos habla de algo reconocible.

“De 3 derivas y 2 paseos”, en este caso la narrativa surge del paseo contemplativo, planteado por los situacionistas en su día, deambulando sin objeto y dejándose sorprender. Presenta cinco recorrido escritos en grandes rollos de papel, “donde el camino construye el paisaje”.

“El pueblo átomo” de Traumnovelle es una fábula basada en la ciudad máquina que discurre en un mundo postapocalítico en el cual, el planeta tierra se ha sobrecalentado de manera que resulta inhabitable. Se plantea así una ciudad subterránea, que sobrevive gracias a una máquina que genera energía infinita, es una nueva ciudad utópica, en la que sus habitantes “prometen aprender de sus errores y vivir en completo equilibrio con la naturaleza”, el progreso de esta civilización se transforma en la búsqueda del Edén.

“El parlamento de las plantas” del Studio Céline Baumann plantea la posibilidad de un parlamento en que se da voz a las plantas que se reúnen diariamente para discutir temas de actualidad. Un proyecto claramente conceptual y sin intención de viabilidad, aún dentro de la utopía, pero que invita a reflexionar, inspirándonos en la adaptabilidad e las plantas, “explora el potencial de los árboles, arbustos, flores y hierbas como fuente de inspiración y plantea alternativas a la forma en que diseñamos ya actuamos en nuestra era de incertidumbre política y cambio climático”. Recientemente ha tenido su réplica en el concierto ofrecido en el Liceu  con música de Puccini, como espectadoras 2292 plantas y los aplausos el ruido de sus hojas mecidas por el viento.

“Políticas de la alimentación: un nuevo y radical sistema alimentario para la ciudad del antropoceno“, esta obra de Chloé Rutserveld propone un sistema alimentario con horizonte 2050, plantea un sistema que ha dejado de girar en torno a los deseos del ser humano. En esta nueva época los nutrientes se producen con microorganismos, con un uso mínimo de recursos naturales y espacio. Se trata de un proyecto en el que la tecnología “permite diseñar y experimentar formas de alimentación que van más allá de lo que nos podamos imaginar”.  Un cambio radical y extremo desde nuestra forma de vida actual.

“Selling bricks (vendiendo ladrillos)” de Bartlebooth, surge a partir de un archivo audiovisual del 2018, a día de hoy presenta diversas formas de visualizar, comunicar, entender y pensar la ciudad, a través de la música urbana.

“Urbanismo inquieto” de Meine Badir. Chong Suen y Sampson Wong, analiza la idea de la “ciudad en movimiento”, hace una llamada a comprender “como se crea la inteligencia espacial colectiva y como surgen otras formas de vivir la ciudad”.

“Cosmorama” en ella Design Earth entra de lleno en la ciencia ficción, a partir de cómo se llevó la carrera teniendo como eje central el espacio y como se debe de reivindicar la “nueva era espacial”. Plantea tres ciudades espaciales: “Memoria del cielo” vinculada a la política económica en la tierra, el “Arca planetaria” lugar al que se llevan las especies en vías de extinción, y refugio de científicos y ambientalistas y el “Cementerio del Pacífico” donde se reciclan los desechos espaciales.

El Canadian Centre for Architecture presenta “Nuestra vida feliz: arquitectura y bienestar en la era del capitalismo emocional”. Una exposición dentro de otra, que invita a reflexionar como la disponibilidad de datos permite “una nueva agenda de la felicidad” e influye cada vez más “en la forma en que habitamos las ciudades y, por tanto, afecta también a la forma de concebir las ciudades del futuro”.

“La ciudad de los niños” de Assemble es una colección de vídeos cortos que exploran el juego infantil y sus posibilidades en ciudades de todo el mundo, con niños jugando libremente, como un aspecto esencial del ser humano: “su habilidad para jugar”. Un reconocimiento de la necesidad de un espacio urbano que la gente puede apropiarse y usar libremente, concebido como lugar para jugar.

Se trata como se puede observar de una propuesta abierta, interesante y con múltiples facetas que nos obliga a pensar cómo han de ser nuestras ciudades en un futuro que imaginábamos lejano y está aquí.

Puedes acceder a la publicación en este enlace.