A principios de 2018 publicábamos, en Planur-e el artículo “Arterias de prioridad peatonal para regenerar la Ciudad Difusa”. Pocos meses después comenzaba la redacción del proyecto de ejecución de la primera de esas infraestructuras: El eje de prioridad peatonal Cangas-Moaña.

Durante los meses de mayo y junio, un equipo de 8 técnicos (Estudio Rurban, Metra Topografía y Contorna arquitectura) desarrollaron el proyecto de ejecución que debía presentarse a la línea de ayudas de la Diputación de Pontevedra para la remodelación de viales municipales y seguridad viaria (Plan Depo-REMSE). Se trataba de un procedimiento de concurrencia competitiva, por el que se seleccionaron 31 proyectos. El proyecto dirigido por Estudio Rurban recibió la puntuación más alta; y se licitará en dos lotes por un valor total de 1,18 M·€.

El proyecto ha sido el único con carácter supramunicipal, poniendo de manifiesto además que la EDUSI Morrazo Metopolitano (compartida por ambos ayuntamientos) continúa vigente y se sigue implementando con fondos municipales a pesar de no haber recibido financiación europea. Este hándicap de índole económica debe sumarse al reto de la coordinación interadministrativa, puesto que esta “arteria peatonal” además de discurrir por dos términos municipales diferentes, atraviesa la carretera autonómica PO-551, haciendo necesaria la apertura de canales de diálogo con la Xunta de Galicia.

El Eje de prioridad peatonal Cangas-Moaña, conocido localmente como Camiño Real, enlazará las estaciones marítimas de ambos ayuntamientos, mejorando así la accesibilidad hacia estos puntos neurálgicos del transporte colectivo que conectan con el centro de Vigo. Partiendo de estos “nodos generadores de flujos peatonales”, la idea es generar una calle peatonal que penetre y vertebre un espacio rur-urbano, contraviniendo así la concepción popularmente extendida (al menos en Galicia) de que los proyectos en los que se incorporan las necesidades de la bicicleta deben estar vinculados a espacios naturales o rutas turísticas y/o de ocio.

Las transformaciones físicas que plantea este proyecto significarán, en la práctica, que el antiguo Camiño Real Cangas-Moaña vuelva a recibir un tratamiento unificado, después de haber estado, casi 150 años, fragmentado en cuatro pedazos por la PO-551. Las actuaciones están orientadas al peatón y a medios alternativos (bicicleta y patinete) así como a colectivos vulnerables: movilidad reducida, diversidad sensorial, niños, ancianos. La memoria del proyecto recoge diferentes soluciones que buscan integrar los usos existentes, principalmente los flujos motorizados hacia y desde las viviendas que flanquean todo el trazado de este histórico vial, aunque también hay edificios religiosos y un cementerio entre otros. A modo de ejemplo, se van a relocalizar plazas de estacionamiento que actualmente limitan el ancho ya de por si escaso del camino hacia parcelas o viales aledaños.

Destaca la banda azul de resina epoxi (slurry) de color azul corporativo Camiños Seguros que discurrirá a lo largo de todo el trazado de esta calle peatonal; este material servirá para indicar el lado del camino por el que debe circular cada colectivo (peatón, bicicleta y coche)facilitando de este modo la convivencia entre los diferentes medios de desplazamiento; esta banda será además la seña más distintiva del proyecto. La iluminación se ha planteado pensando en generar espacios a escala humana, con luminarias situadas apenas a 4,50 m de altura y distanciadas entre 14 y 17 metros; el objetivo ha sido alcanzar la máxima homogeneidad. También cabría reseñar la señalética, orientada en primer lugar al peatón. Las restantes intervenciones tendrán un carácter más puntual o se localizarán únicamente en determinados tramos, como la construcción de estructuras de consolidación del margen costero del vial, lo que permitirá ganar hasta 1metro de plataforma transitable (alcanzando así el estándar fijado para esta infraestructura en 3,75m). También tendrán carácter puntual las pequeñas plazoletas y espacios de estancia y descanso, así como las barandillas que se emplazaran en aquellos puntos en los que existen desniveles; otra de las intervenciones es laagrupación y reubicación de contenedores de basura.

Los 4 km en los que se interviene engloban una miríada de pequeñas mejoras en el vial existente, lo que se ha traducido en un proyecto prolijo en detalles en comparación con las obras que tradicionalmente se han acometido en los viales municipales de la ciudad difusa. La localización del grueso de las intervenciones en espacios que no son netamente urbanos ha condicionado la naturaleza de las intervenciones.

El proyecto contempla además de las transformaciones físicas, un conjunto de medidas de gestión: como los sentidos únicos, la restricción del estacionamiento en el seno de esta arteria de prioridad peatonal, la limitación del acceso únicamente a residentes y la velocidad máxima de 20km/h entre otras. La cuestión más singular en lo que a medidas orientadas a la gestión se refiere es el capítulo titulado “Plan de activación” en el que se reseña la necesidad de introducir una programa de actividades que funcionen como “catalizadores” para la reapropiación social de los espacios que hasta ese momento había ocupado el coche; de lo que se trata es de llevar a esta calle actividades que ya se están realizando en otros espacios públicos de los ayuntamientos, como son los mercadillos ecológicos, o conciertos de jazz, representaciones teatrales, marchas pedestres por citar algunas. Lo que se procura es acelerar los procesos de transformación de los hábitos, trabajando la dimensión más sociológica y/o antropológica del espacio público.

Este proyecto, tal y como se desprende de los planteamientos recogidos en la EDUSI Morrazo Metropolitano y también de las reglas de diseño empleadas, será la primera intervención “piloto” de una futura de infraestructuras de prioridad peatonal. Pronto se podrán recoger los resultados y hacer balance de este proyecto regeneración de un ámbito relativamente extenso de la Ciudad Difusa de las Rías Baixas.