El cambio climático con sus efectos, cada vez más visibles, pone cada día a prueba nuestra capacidad para enfrentarnos a él o a situaciones históricamente recurrentes, a las que no se había prestado suficiente atención como a los huracanes, véase estos días el caso de Acapulco, con consecuencias más allá de la destrucción de un tejido físico como puede ser la desaparición del Sistema de Alerta Sísmica, lo que impedirá la prevención de seísmos en la costa. La subida de temperaturas y el calentamiento del agua se hace ver con mayor claridad sobre todo en las zonas costeras, al derretirse las casquetes polares se genera el aumento del nivel del mar lo que exige prever y poner remedio a posibles inundaciones.
En el caso de Nueva York en el año 2019 se puso en marcha un plan urbanístico para construir un dique en la parte baja de Manhattan en el Distrito Financiero de Wall Sreet anegado por la tormenta Sandy, cuando el agua subió 3,4m., en Battery Park con graves pérdidas económicas y de vidas, es una zona que, según los datos de los que se dispone, quedará sumergida antes de cien años pudiendo subir el nivel del mar dos metros con las subsiguientes inundaciones.
El plan proponía ampliar en 150m., la punta sur de Manhattan, ganando terreno al mar tanto en el distrito financiero como en South Street Seaport, la intención era crear un dique para proteger del aumento del nivel del mar, siendo esta la única alternativa viable en una zona deprimida con una gran escasez de suelo al estar densamente construida y donde miles de personas trabajan y viven. Un espacio socialmente activo y con importantes infraestructuras de servicios como el metro. El plan arrancó con un amplio debate, entre los temas discutidos estaban las zonas que deberían ser incluidas en el proyecto y la oposición de los grupos ecologistas por la pervivencia de la fauna en el East River.
El plan constaba de cuatro proyectos en parte financiados por el ayuntamiento y con la intención de involucrar a la iniciativa privada, los proyectos estarían destinados a reforzar las zonas costeras y proporcionar protección contra las inundaciones para el puerto, partes del distrito financiero y dos puentes, poniéndose en marcha a partir de 2019.
En el proyecto se contaba con las ostras, muy abundantes en otros tiempos en la zona costera, siempre filtraron las aguas del río Hudson al tocar el Atlántico, los biólogos dicen que el estuario, antes de su ocupación masiva, contenía la mitad de las ostras que había en todo el planeta. La intención era que éstas colaborasen en el proyecto para la restauración natural de todo el estuario y convertir a las ostras en una barrera biológica frente a las crecidas derivadas del cambio climático, el arrecife formado por millones de moluscos podría filtrar el agua del puerto de Nueva York en tres días, por otra parte, esta barrera natural permite crear un hábitat para otras formas de vida marina al tiempo que protege la costa.
Con estos precedentes nace el trabajo del grupo Linving Breakwater, que ha ido creando arrecifes artificiales a lo largo de la costa de Staten Island. Las ostras se colocan en estructuras para hacerlas más resistentes frente a los efectos de las marejadas que acompañan a las grandes tormentas, el objetivo es restablecer 1000 MM., de ostras para 2035. La iniciativa está financiada por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano y se entiende como parte de una solución integrada más amplia para mitigar el impacto del cambio climático. Combina la recogida de las conchas de las ostras, ampliamente consumidas en NY, con un proyecto educativo en Governor’s Island que cría e implanta la ostra en la concha.
El Plan Director de Resiliencia Climática del Distrito Financiero y Sea South Port es parte el proyecto Seaport Coastal Resilience, lanzado a principios de 2022, con un coste entre 5 y 7 mil millones de dólares y pretende la protección de 56,67 has., de Manhattan. El plan abarca una milla de costa entre Battery Park y el puente de Brooklyn. El diseño prevé la creación de una línea de costa en distintos niveles, elevándose la parte más alta 5,5m., creando espacios públicos abiertos con vistas panorámicas. La intención es la creación de un frente costero resiliente, que al tiempo garantice nuevos espacios públicos, la restauración del hábitat y la creación de terminales resistentes entre otros aspectos, se completará entre 15 y 20 años y recreará el frente del bajo Manhattan.
En este proceso las ostras colaboran como un rompeolas viviente, en un “proyecto visionario de infraestructura verde en la bahía de Staten Island en Nueva york” y SCAPE y su fundadora Kate Orff han recibido el Premio Obel 2023, premio de arquitectura al diseño de Linving Breakwaters, un desarrollo lineal de media milla de rompeolas cercanos a la costa a lo largo del sur de Staten Island. Se trata de “una mezcla de piedras y unidades de hormigón ecológicamente mejoradas, cuidadosamente diseñadas, que se colocan estratégicamente para calmar el agua, reducir la erosión y reconstruir las playas costeras, pero también para sustentar ostras, peces y otras especies marinas. Las ostras formarán parte del diseño de la formación del arrecife artificial. A medida que se reproducen, los rompeolas se vuelven más densos y capaces de brindar más protección a la costa”. Se culmina así el proceso de una década de educación y compromiso en la que participaron los ciudadanos. El proyecto es de un equipo pluridisciplinar liderado por SCAPE como ganadores del proyecto Rebuild By Design, en el concurso convocado por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano como respuesta a la tormenta Sandy.
El proyecto ganador del Obel de 2023, Living Breakwater, “ofrece una alternativa real a los muros, diques y barreras que tan a menudo se construyen en nuestras vías navegables costeras y océanos para defendernos de los estragos del cambio climático inducido por el hombre”. El premio fue convocado bajo el tema Adaptación. Adaptación que en palabras del convocante “exige una arquitectura que enfrente la incertidumbre y actúe a través del tiempo para que tanto la vida humana como la no humana puedan continuar sobreviviendo e incluso prosperando”.
Con el tiempo las ostras y otros organismos marinos serán los que se adhieran y refuercen las estructuras diseñadas, borrando la línea entre la naturaleza y el diseño. Linving Breakwater reconoce que la adaptación al cambio climático requiere la colaboración de la gente y que se involucren en su entorno, lo que le jurado ha valorado en esta ocasión.
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