Abraham Lacalle. © Julieta Rafecas |
Recientemente en Madrid se vienen sucediendo movimientos que llevan a pensar en que la transformación de Carabanchel está en marcha, hasta el momento de manera puntual, pero en ascenso como fenómeno. Transformación que se produce a través de la entrada de la actividad artística en el barrio, en primer lugar por la llegada de artistas y más recientemente de las galerías de arte con apuestas importantes.
Carabanchel Bajo es un distrito de Madrid situado al Sur de la ciudad, en origen un lugar de veraneo para las clases altas fue modificando su fisonomía a principios del S.XX con la llegada de nueva población trabajadora, siendo afectado de manera importante en al guerra civil. Más tarde se reconstruyó con vivienda social colectiva y alguna colonia de hotelitos como Tercio y Terol, a lo que se añadió un tejido industrial que se fue entreverando con el residencial de casitas bajas y edificios de poca altura. Tejido industrial que se ha ido quedando obsoleto y mal integrado en la zona, lo que ha provocado su abandono. La población de este distrito posee una de las rentas más bajas de Madrid, en torno a los 20.000 euros y unos 245.000 habitantes, población superior a la de muchas capitales de provincia españolas.
Pero Carabanchel no solo está al Sur de Madrid sino también a sur del Manzanares y la ordenación de la denominada Calle 30, no sólo ha puesto en valor los terrenos en sus márgenes sino también el de las zonas aledañas que han visto como el valor de su mercado alquileres lo que le ha hecho atractivo para artistas, ocupación que empezó con gente vinculada a las artes escénicas y escritores en Tercio y Terol y pintores y escultores que han ido ocupando naves.
El antiguo Polígono ISO ha pasado de ser una zona obrera de la periferia madrileña a ser el centro de un movimiento creativo. Hasta hace poco era un área industrial donde se situaban imprentas, manufacturas textiles y la fábrica de “isocarros”, un vehículo popular de tres ruedas que dio nombre al polígono y, es en su entorno donde ha arrancado el cambio, en el momento actual se cuentan cuarenta estudios en los que trabajan 130 artistas. Las naves acogen un solo artista o bien se han ido subdividiendo para ser compartidas como la Nave Oporto una antigua nave de actividad textil en la que trabajan 18 artistas. La zona se ha convertido en un hervidero artístico de jóvenes creadores, unos comienzan y otros ya consolidados se dedican a la pintura, la escultura, la ilustración, la música, el videoarte o la obra gráfica con un efecto llamada. Estamos ante un proceso que recuerda la transformación de Chelsea en Nueva York o proyectos recientes como el colombiano Bronx Distrito Creativo.
En 2015 llegó a Carabanchel el IED Instituto Europeo de Design que anteriormente estaba en la calle Larra, éste llama al distrito en su página web el Nuevo Soho español, y publicita una ruta: IED Design District Carabanchel Edition, “un tour por 21 espacios estratégicos, 21 paradas estratégicas de este distrito”.
En el proceso se aprovecha no sólo el bajo valor inmobiliario sino también la magnífica situación de la zona entre las estaciones de metro de Oporto y Urgell. Así han aparecido academias como la Fábrica de Arte o Hélade o galerías como Bienvenida Contemporary, La Gran o la recientemente aterrizada Veta, situada en una antigua imprenta. Una galería de arte que pasa a ser con sus 1.200m2, la más grande Madrid. Con una gran experiencia en la escena artística madrileña Fer Francés, su propietario, arranca con una exposición de artistas consagrados como Matías Sánchez, Santiago Ydañez o Abraham Lacalle un residente más de la zona. Su presencia discreta apenas se deja notar en la calle Antoñita Jiménez, antiguo eje industrial del barrio. Con una intervención mínima, apenas un lavado de cara en su interior, convertido en memoria de su pasado industrial, se presenta como soporte de un proyecto de futuro en la transformación de Carabanchel Bajo en el nuevo Centro de Arte Contemporáneo de Madrid. Un proceso que insufla vida cultural en un barrio que esta actividad tenía una escasa difusión.
Es un ejemplo de vitalidad e innovación como un movimiento de regeneración urbana espontánea, aprovechando la flexibilidad de la Norma Zonal 9.1 uso industrial en tejido ya edificado, esta Norma permite la sustitución de la edificación industrial por otra residencial en uso exclusivo. Flexibilidad que está induciendo de manera pareja la transformación del tejido industrial en residencial, en un proceso solar a solar y que a día de hoy parece imparable. Transformación que habrá que seguir hacia donde evoluciona, un fenómeno en principio interesante e incluso podría decirse que necesario para mejorar la calidad de vida del distrito puede llevar aparejada una gentrificación indeseada, expulsando a una población arraigada. Se trata de una nueva realidad que demanda una planificación tanto de los usos como de su intensidad, incorporando un equipamiento diversificado y lo que parece más oportuno espacios públicos de barrio.
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