Conocí a Oriol Bohigas en los años setenta, en una sesión nocturna en la Escuela de Arquitectura de Barcelona dedicada a los alumnos de la de Madrid, él dirigía la reunión con la energía y el entusiasmo que siempre le caracterizó, estaban presentes todos los que después tuvieron algo que decir en la llamada Escuela de Barcelona: Tusquets, Clotet, Cantallops…

Entonces aún faltaba tiempo para los Juegos Olímpicos y la subsiguiente transformación de Barcelona, que se abría al mar en un modelo de transformación que se fue replicando en muchos otros lugares, con éxito diverso.  En un momento dado, como delegado de los servicios de urbanismo de su ciudad se planteó tres retos  que pusieron en su día a Barcelona  en el mapa desde el urbanismo: recuperar el mar, monumentalizar la periferia e higienizar Ciutat Vella. Más tarde fue consejero urbanístico de la ciudad, con su voluntad Barcelona se dotó de Rondas, la dignidad se llevó desde la Ciutat Vella a Nou Barris, la transformación urbana abrió la ciudad al mar al que daba la espalda y se urbanizó el centro dando calidad a los barrios al dotarlos de equipamientos e infraestructuras.

Su trabajo quedó vinculado al concepto de plazas duras, aún hoy un referente, donde el hormigón y la piedra se priorizan frente al verde. Pertenecen a la etapa en que trabajo con Josep Antón Acebillo, con ejemplos como la de Països Catalans que da frente a la estación de Sants, obra de Helio Piñón y Albert Viaplana o el Parque de Excorxadors (Joan Miró), una apuesta para  la revitalización de Barcelona dando calidad los espacios públicos de múltiples barrios.

Acaba de fallecer a los 95 años un arquitecto poliédrico, urbanista, profesor de la ETSAB de la que fue director y político como concejal de cultura del Ayuntamiento de Barcelona, ciudad a la que dedico una parte importante de su actividad profesional y un agitador de su vida cultural ocupando la presidencia de instituciones con la Fundación Miró o el Ateneo Barcelonés, era miembro de distintas academias como la de San Fernando, y recibió numerosos premios a lo largo de su trayectoria en la que el diseño jugó un papel importante. Al tiempo que desde 1963 publica diversos libros dedicados al modernismo, la arquitectura de la república y el urbanismo como: “Realismo, urbanidad y fracasos” o ”Contra la incontinencia urbana. Reconsideración moral de la arquitectura y la ciudad” de 2004. En definitiva una vida rica y plena.

Al acabar la carrera se incorporó al Grupo R que promovía la arquitectura moderna y racionalista frente a la arquitectura  académica de la posguerra. Posteriormente  formó MBM arquitectos, junto con David Mackay y Josep Mª Martorell, desde donde realizan edificios de viviendas ya sean privadas o protegidas, oficinas como las del Palau Nou edificios dotacionales como la Universidad Pompeu i Fabra o el más reciente Museo de Diseño de Barcelona (DHUB) en la Plaza de las Glorias.

Según Llátzer Moix, el periodista y crítico que le dedica una parte importante  en su libro “La ciudad de los arquitectos”, es probablemente la figura más influyente en la evolución urbana de Barcelona desde que Cerdá  diseñó el Ensanche. No sólo construyo, sino que creó una cultura arquitectónica, implicándose en la selección de buenos arquitectos para los promotores de la ciudad.

 Serán sus proyectos emblemáticos la Villa Olímpica, una nueva forma de enfrentar unos Juegos Olímpicos, considerando éstos una oportunidad para modernizar la ciudad en la que se integrará y el Puerto Olímpico. En ambos demostró su capacidad de gestión y control del proyecto con los resultados conocidos. La Villa Olímpica fue construida para los atletas que dejaron paso a las familias que fijaron  allí su residencia y suponía la recuperación de la zona degradada de Poble Nou, una zona industrial y un antiguo núcleo de chabolas, insertando la nueva construcción en la malla urbana del barrio. El Puerto Olímpico no solo dejo unas instalaciones modernas sino que también dejo una playa urbana.

Barcelona, su ciudad le debe mucho y siempre quedará como un referente para la profesión.